“Viajando con Arawak desde el sofá”: La Ruta de los Cátaros_Día 1
Vamos a hacer una excursión fantástica por la Ruta de los Cátaros en territorio francés. ¿Sabéis que esta ruta la diseñamos nosotros por primera vez? Fue divertido ver cómo llegábamos a los sitios teniendo que salir marcha atrás con el autocar un buen trecho porque no se podía continuar, ese interminable viaje para regresar en autocar desde Carcassonne… pero ahora es una ruta perfecta que vamos a descubriros aquí a aquellos que no la conocéis y recordar a los que ya habéis estado. ¡Para no perdérsela!
Comenzamos saliendo de Madrid en AVE, con suerte hasta Gerona o Figueres o también hasta Barcelona, lo que nos va asuponer un gran ahorro de tiempo. Allí cogemos un autocar para dirigirnos hacia territorio francés en un trayecto mucho más corto que saiendo desde Madrid realizando una pequeña parada en el camino para tomar algo. Llegamos así mucho más descansados a la ciudad rosa de Toulouse, o ciudad de ladrillo, y uno de los grandes centros artísticos de Francia donde vamos a estar alojados esta primera parte del viaje. Tras hacer el check-in en el hotel, nos vamos a cenar pronto, que estamos en Francia… Después nos daremos un paseo por Toulouse “la nuit”, acercándonos a la Plaza del Capitolio (como la Grand Place de Bruselas o nuestra Plaza Mayor) para disfrutar del ambiente nocturno de esta ciudad.
Comenzamos nuestro segundo día visitando esta ciudad, capital de la región de Occitania y capital histórica de la provincia del Languedoc, por la que discurre el Río Garona que nace en España, en el Valle de Arán, y que discurre durante 568,9 km principalmente por territorio francés. Primero vamos a conocer a nuestra guía francesa, normalmente una persona de la oficina de turismo de Toulouse que nos va a enseñar todos los fantásticos lugares de este viaje.
Toulose es llamada la “Ciudad Rosa” por el color dominante de los edificios antiguos, hechos con ladrillos a cara vista, y fué una ciudad romana del año 120 a.C. conocida como Tolosa, capital del reino de los visigodos en el siglo V, más tarde perteneciente al reino franco de Aquitania, y en el siglo IX perteneciente al Condado de Tolosa. Así que comenzamos disfrutando de sus preciosas calles para conocer sus muchos monumentos. Declarada Ciudad del Arte y la Historia, cuenta con un abundante patrimonio arquitectónico en las 220 hectáreas que delimita su bulevar interior (la mayor zona protegida de Francia). Empezamos con la formidable Basílica de Sant-Sernin, una de las grandes iglesias románicas de peregrinación hacia Santiago. También conocida como Basílica de San Saturnino de Tolosa, está inscrita en el Patrimonio mundial por la Unesco. Esta solemne basílica de ladrillo y piedra es uno de los símbolos de Toulouse y se construyó entre los siglos XI y XIV en honor a San Saturnino (o Sernin), primer obispo de la ciudad. De planta cruciforme, si es impresionante por fuera también lo es por dentro, con una nave principal de 21 metros de altura, una bóveda de medio cañón que descansa sobre capiteles esculpidos, un amplio transepto y un ábside mayor rodeado por un deambulatorio con capillas. En la pared del deambulatorio están empotrados siete bajorrelieves de mármol del taller de Bernard Gilduin, autor también del altar. El deambulatorio rodea la tumba de san Saturnino de Tolosa en una posición elevada y cubierta por un baldaquino barroco que sustituyó, a mediados del siglo XVIII, otro anterior gótico del siglo XIII. La parte más antigua de la iglesia es la que hace las veces de cripta ahora y acoge algunas reliquias sagradas: los relicarios y las reliquias de San Honorato, San Saturnino, San Felipe, Santiago el Menor, San Simón, San Judas, Santiago el Mayor, San Edmundo, San Gil, de la Santa Espina y de la Verdadera Cruz.
Seguimos con el conjunto histórico de Les Jacobins, el Conjunto Conventual de los Jacobinos, un antiguo convento de la Orden de los Hermanos Predicadores. Construido totalmente con ladrillos rojos, es una perfecta muestra del estilo gótico meridional y una joya del arte medieval donde reposan los restos de Santo Tomás de Aquino. Austera en su exterior, impresiona por su luminosidad, sus bóvedas livianas y su doble bóveda rematada por una espectacular palmera de piedra con sus 11 brazos y 22 metros de altura. El convento tiene un gran claustro adornado con elegantes columnas de mármol y capiteles con motivos florales y animales y, en torno suyo, la sala capitular, la sacristía, la capilla de San Antonin (decorada con pinturas murales del siglo XIV) y el gran refectorio, sede habitual de exposiciones municipales.
Y terminamos con la Catedral de Saint-Etienne, San Esteban, del siglo XI originariamente aunque con una gran mezcla de estilos gótico meridional, compacto y gótico nórdico vertical, luminoso. La catedral es la única iglesia de Toulouse que ha conservado sus vidrieras originales, las más antiguas del siglo XIV. Los asientos del coro esculpidos, el altar mayor barroco y las rejas, son admirables. Las capillas laterales decoradas con retablos, cuadros y relicarios son pequeños museos. El impresionante órgano de principios del siglo XVII está como colgando en la posición llamada de “nido de golondrina” y es el más antiguo de la ciudad. Otra maravilla a destacar es el retablo de Pierre Mercier y Drouet realizado en 1670, o la Piedad de Gervais Drouet, de 1648.
Pero el mayor monumento de la ciudad rosa es sin duda el Capitolio, la sede del Ayuntamiento que da nombre a una gran plaza monumental, centro neurálgico de la villa y donde se realizan los mercados al aire libre de los sábados. Construido en el siglo XII, siempre fue la sede del poder, modificado, transformado y embellecido en diferentes épocas. Su majestuosa fachada neoclásica y sus preciosas arcadas engalanan la plaza. Es también la ópera de Toulouse.
Llega la hora de comer y, por supuesto, hay que probar el cassoulet, plato tradicional de la ciudad, cuya estrella es la salchicha de Toulouse. Contundente. De postre, el fénétra, pastel ligero hecho de almendra, limón y albaricoque. Pero si por algo destaca Toulouse es por las violetas, caramelos, perfumes, pasteles, licores, cualquier cosa es posible.
Por la tarde tenemos tiempo libre para recorrer alguno de sus innumerables museos, acercarnos a la Ciudad del Espacio (un parque temático orientado hacia el espacio y su conquista), pasear a orillas del Garona, e incluso realizar un bonito crucero por el encantador Canal del Midi, patrimonio mundial de la Unesco y que enlaza Toulouse con el Mediterráneo. Fue construido bajo el reinado de Luís XIV por Pierre-Paul Riquet para navegar hacia el Atlántico. Con sus alamedas de plátanos, es un lugar precioso también para pasear y disfrutar de la sombra en un día caluroso.
Terminamos el día regresando al hotel para cenar y prepararnos para volver a recorrer los alrededores de la ciudad de noche y disfrutar de esta región occitana. ¡Nos vemos mañana!